Fecha 12 Diciembre 12
Para responder a la pregunta de ¿por qué me gusta escribir? o ¿qué siento cuando escribo? he de decir que este mundo era casi desconocido para mí hace unos años.
En mi infancia fui muy aficionada a la lectura y tengo recuerdos míos leyendo en mi habitación con una pequeña montaña de cuentos esparcidas por el suelo. Mi habitación era un mundo de magia repleto de sueños, ilusiones esparcidas en aquellos cuentos, libros y tebeos que me compraban mis padres. Esa habitación pequeña y muy bonita que siempre estaba muy limpia y reluciente. Allí estaba yo, siempre leyendo, jugando o incluso estudiando.
En una ocasión, una de mis primas me regaló un pequeño cuento, que aún hoy día conservo conmigo, se llamaba: “Los libros de Lidia”. ¡Que casualidad!, pensé yo exaltada. Siempre conservé ese libro como recuerdo, a una sensación que sentí al tocar ese libro. Sin embargo, nunca estuvo en mis planes ser escritora. Sí, es cierto que siempre me ha gustado en demasía realizar redacciones, y sobre todo he tenido mucha imaginación y creatividad en los textos que siempre he redactado.
Mi profesor Don Francisco de E.G.B, que hoy día sigue siendo un gran hombre, como entonces, siempre nos inculcó que a la hora de redactar, lo hiciéramos desde dentro, que dejáramos la imaginación volar y que describiéramos como si estuviéramos viendo realmente la escena. Todos los detalles que fueran plasmados, aunque sean minúsculos. Aquello lo grabé en mi memoria, sin saber realmente de qué me serviría todo aquello. ¡Qué curiosa es la vida!. Gracias Don Francisco por encaminarme en este sendero y pasión por la escritura.
En otra ocasión recuerdo, que me encontraba en una reunión de amigas y amigos de la escuela. La conversación sería ¿a qué nos íbamos a dedicar de mayor? Aunque, mis grandes sueños infantiles iban encaminados por otro sendero, dije impulsivamente y sin pensar, “yo voy a ser escritora”. Mi amiga me preguntó: ¿desde cuando quieres ser escritora?, y yo la miré levantando los hombros, incluso de manera desconcertada. ¡Que extraño, pensé!. Yo misma no me podía creer lo que había dicho, pero no le di más importancia de la que tenía.
Pero, la vida y el destino son sabios. Dicen que existen unos libros donde nuestra vida está escrita. Es curioso comprobar, que la vida vuelve a ponerte en tus inicios para que vuelvas a transitar por aquel camino que dejaste atrás y aún no has recorrido en el aprendizaje de la vida.
Los años pasaron y a pesar que siempre he escrito alguna redacción, pero en realidad no he realizado gran cosa. Hasta hace unos 9 años aproximadamente, que la vida me encaminó en este sentido de la escritura de nuevo. Un día 6 de enero, día de los Reyes Magos, el que fue mi marido, se presentó con un ordenador portátil. Menuda ilusión me dio ver aquel ordenador, después de tanto tiempo sin tocar uno. Por supuesto, conexión a internet no tenía, ni siquiera sabía lo que era eso, aunque parezca mentira.
¡Anda, y que haría con ese ordenador! —pensé yo. Pues nada, comencé a escribir un libro, pero con la gran mala suerte que el ordenador tuvo que ser formateado y perdí toda la información. Yo en aquellos entonces, no sabía que existían programas recuperadores de información borrada en formateos, así que perdí aquellas hojas escritas de un bonito libro que comencé a realizar desde mi corazón.
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