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SUDECK, DE NOVIEMBRE A ENERO 2016: EL COMIENZO

Posted by admin Posted on Feb - 28 - 2016

Advertencia: Si no eres creyente en nada, ni en Dios, ni en los Seres de Luz, ni en la Magia, ni en el Poder de la Mente, Autosugestión, Autoregeneración, en los Remedios Naturales, y en el poder de la Madre Tierra, por favor no siga leyendo. Éste artículo tal vez no sea para usted, porque no encontrará su curación aquí. Siento las molestias ocasionadas. 

 Lidia M.


Mi hija se marchó de casa a realizar su gimnasia rítmica, iba con su hermanita que ella está apuntada a escalada en el mismo centro deportivo. Me dijeron en la puerta ¡Adiós, mami! Sin que ninguna percibiéramos que dos horas después se nos caería el mundo prácticamente encima. Una pesadilla que duraría 7 meses… un número mágico ¿verdad? Bienvenidos a la historia real de una curación milagrosa… repleta de superación, amor y fuerza… Y ¿Por qué no? con enormes matices de desolación, tristeza y angustia… pero con un FINAL FELIZ… al menos por ahora. 

Esa misma noche comenzamos a tener muchos problemas. El dolor era intenso en mi pequeña pero no le dimos más importancia de la que tenía, y como tenía la rodilla vendada y parte de la pierna, pues no podíamos ver que estaba pasando en la rodilla. Tan sólo nos fijamos antes de vendarla que tenía la rodilla un poco hinchada, y con matices rojos y algo morados, pero ¡claro! supusimos que era producida por la misma contusión. 


EL COMIENZO DEL SUDECK

Nada más lejos de la realidad porque ahí es cuando comienza el fatídico Sudeck a hacer de forma improvisada acto de presencia en nuestras vidas. Desde ese mismo momento comienza nuestra pesadilla familiar, y no nos quedaría otra que enfrentarnos al Síndrome de Dolor Regional Complejo. Esa noche en mis recuerdos, y si mi memoria no me falla, mi Scarlett estuvo toda la madrugada a mi lado, ya que yo trabajo desde hace años redactando artículos para nuestra propia red de blogs “Grupo LM”, y lo hago incluso hasta altas horas de la noche. 

Así que como tenía fuertes dolores en la rodilla yo le iba dando su medicación que siempre tomaba en casa, “Dalsy o Nurofen 40”. Ella estaba conmigo en mi cuarto de trabajo, donde justamente a mi lado tengo una cama litera, así estaría más cómoda junto a su mamá, y con las piernas en alto. Allí pasó toda la noche en la camita de abajo sin poder dormir, ya que extrañamente se despertaba constantemente, y sin saber que el destino le depararía permanecer día tras día en el mismo sitio durante al menos 2 meses. Y sí, habéis leído bien, 2 meses en el mismo lugar al lado de su mami, día tras día, noche tras noche, a excepción de las salidas a médicos y hospitales. Aunque a veces, se sentaba en el sillón del salón de casa, pero por las noches me acompañaba mientras yo gestionaba la revista online. 

Durante la madrugada de la primera noche, no pudo dormir, aunque sí pegaba cabezadas, sobre todo cuando le daba Nurofen 40. De repente, se despertaba con mucho dolor, y lo primero que hacía esa incorporarse para poner sus manos en una zona cercana a la rodilla, pero sin llegar a tocarla. Yo en la zona del pie no le veía nada anormal, tan sólo un poco de hinchazón, una coloración roja muy leve con matices morados, pero ¡la verdad, nada extraño para mí!  

Aunque sí me parecía algo poco usual esos dolores que entraban de repente. Pero, al fin y al cabo pensaba que era un esguince, así que no le quise dar más importancia de la que tenía, porque se acababa de caer esa misma tarde y en el hospital confirmaron que en la radiografía todo había salido normal, sin verse nada raro, como roturas de huesos. 

Al día siguiente, por supuesto no la envié al cole, pensé que en unos días estaría como nueva. Desgraciadamente, no fue así porque los dolores aumentaban al igual que las noches de insomnio que iban en aumento en mi niña. Sin embargo, yo observaba comportamientos que no me parecían nada normales, sobre todo si supuestamente eran pertenecientes a un esguince. A las 2 ó 3 horas aproximadamente, algo la despertaba, y siempre tomaba esa misma postura al agarrarse la pierna. El dolor era inmenso y constante, y cuando le daba la medicación se le iba pasando poco a poco, aunque en realidad no le hacía mucho efecto porque siempre le quedaba un poco de malestar, y otras veces mucho.

Los días parecían completamente surrealistas porque el dolor era constante, pero de buenas a primeras le aumentaba muchísimo, así que yo seguía con el Dalsy y Neurofen 40. Así pasaron varios días, y aún sin enviarla al colegio, porque no había manera de que ella durmiera una noche entera, además era imposible que pusiera el pie en el suelo. Ahí es cuando yo comencé a sospechar que algo pasaba, porque yo hace años tuve una lesión de tobillo donde los ligamentos se dañaron un poco, y el esguince me tuvo 5 días en cama. Después de este tiempo y el reposo pude ponerme en pie. Aquello no me impidió asistir al instituto, aunque eso sí, cojeando un poco, pero no tenía mucho problema de hacer presión contra el suelo, tan sólo un mínimo de dolor. Sinceramente, lo que le estaba ocurriendo a nuestra hija no era normal, estaba seguro. 

EL SUPUESTO ESGUINCE

No lo pensamos más y decidimos pedir una segunda opinión en el hospital Costa del Sol, y sólo tengo una palabra para definirlo “deplorable”. Si deseáis leer un poco más sobre nuestra experiencia con este hospital haz click aquí. Allí nuevamente lo tenían claro, un esguince, sin más. Vida normal, gimnasia, y ya comenzar andar desde ese mismo momento. Y para aliviar el dolor intenso, ibuprofeno y nada más. Esa misma noche fue horrible, como todas las anteriores, y aunque sintiéndolo demasiado nos vimos obligados a enviarla al instituto, porque no deseábamos tener problemas con el centro educativo.  

Si no recuerdo mal, y mi memoria no me falla, porque de ésto hace 7 meses, fue ese mismo día cuando le dio una crisis de dolor inmensa en la hora de gimnasia delante de unas amigas en el vestuario. Mi niña no quiso avisar a su papá porque no deseaba molestarlo en horas de trabajo, además él tenía claro que era un esguince y que podría asistir a clase con normalidad, aunque eso sí prohibido hacer gimnasia. Yo como madre, y con mi sexto sentido agudizado sabía que había algo más detrás de este supuesto esguince. 

CENTRO EDUCATIVO Y SUDECK

Sin embargo, lo que sí recuerdo bien, que cada vez que se le envió a dar clases al centro educativo, aunque fueran escasas 3 ó 4 veces en todo el curso, cuando llegaba a casa el pie estaba completamente hinchado con fuertes matices rojos y morados. Aunque en sus inicios, sobre todo en esa primera vez en cuestión, los colores eran suaves y pocos intensos.

La cosa comenzó a empeorar aún más desde ese primer momento, y mi ansiedad aumentaba día tras día por la preocupación respecto a mi hija, y sobre todo por las faltas de asistencia que tenía en el instituto. Y sí, lo confieso cometí un gran error, al no ponerme en contacto con ellos para informar de lo que estaba aconteciendo, pero es que todo el mundo decía que mi niña tenía un esguince, y sabía que por más que contara ésto en el centro educativo no me creerían. 

Y de hecho, no me equivocaba mucho sobre todo respecto a su tutora que le costó algunos meses en creer ésto, hasta que el destino hizo que por casualidad tuviera que verla con sus propios ojos. Y gracias a esa energía poderosa que ayudó a que el encuentro entre alumna y profesora fuera dado de forma fortuita, haciendo que se cruzaran el mismo día y hora en la que teníamos cita con una doctora de la unidad de rehabilitación, en el centro de salud de Estepona. Mi hija se bajaba del coche para entrar y su tutora salía para marcharse. 

Fíjense en ese mismo instante, e incluso en distinto pueblo. Increíble ¿verdad? Y ahí justamente es cuando los ojos de la conciencia se le abrió de par en par viéndola sumamente desmejorada, y en su cara le pude notar que tal vez comprendió muchas cosas. Allí estaba mi niña con sus muletitas, blanquita como la pared del dolor, sus ojitos trites, su rodilla y pierna roja, morada, y otros síntomas. 

Así pudo comprobar con sus propios ojos, que ya mi pequeña no era aquella niña feliz que asistía a clase, y donde su tutora amablemente la llamaba Barbie, por lo coqueta que era y vestía. Además, a ella le encantaba que la llamara así, siempre me lo decía cuando venía del cole. Ahora gracias al destino vio a una niña hundida y sumida por el dolor… Y ¡Sí, por fín la creyó! No era cuento, no era una cuentista que intentaba eludir la educación, tan sólo era un ángel pequeño afectado de Sudeck, Distrofía Simpática Refleja o Síndrome de Dolor (Doloroso) Regional Complejo. Si deseáis más información sobre esta rara enfermedad, haz click aquí.


En mi día a día, en mi cabeza rondaba en mil cosas, y entre las prioritarias era buscar médicos que nos aclararan lo que estaba ocurriendo, porque aquello no era un esguince, yo lo sabía y lo tenía plenamente clarísimo, y nadie más me lo tenía que decir. Su padre pensaba que mi hija no deseaba asistir al colegio, pero yo afirmaba una y otra vez que no, que ese no era el motivo, ya que ella se sentía feliz asistiendo a clases. 

más aún porque como comenté con anterioridad es super coqueta, y mi madre le había regalado un montón de conjuntos super fashion de ropa para su hermana y para ella que todavía no había podido estrenarlas todas, al igual que los zapatos. Estaba fascinada por estrenarlo todo, y cada mañana se levantaba ilusionada por ver que modelito se iba a poner ese día. Justamente, desde el 3 de noviembre, el día de su caída en gimnasia rítmica mi niña se fue apagando poco a poco, incluso su sonrisa tan preciosa que tiene, la mismita que su hermanita Yaiza se dejó de ver, y así durante meses. Desde ese momento que el Sudeck se cruzó en su vida se convirtió en una niña repleta de dolor, con carita pálida y ojos tristes.

No sabía que contar en la dirección escolar, porque en cada informe médico sólo se hablaba de que estaba afectada de un simple “esguince”. Ya habíamos visitado 2 hospitales y a su médico pediatra de pago en un par de ocasiones. Asimismo, todos llegaban a la misma conclusión, que no tenía prácticamente nada, considerando que los dolores eran parte de un estado emocional nervioso y alterado. Aunque no se descartaba la idea de realizar una resonancia magnética

AMENAZAS DESDE SU TUTORA ESCOLAR: POLICÍAS Y ASUNTOS SOCIALES

Por si fuera poco mi pena, al mes aproximadamente, tuve un gran disgusto por parte de su tutora escolar del centro educativo donde se me fuerza a que mi hija asista bajo amenaza de policía y asuntos sociales, ya que si mi pequeña no asistía a clases vendrían a por ella para hacerse caso de la situación. Además, también me informó que niñas con escayola y entablilladas asistían a clase porque allí existen sillas de ruedas. Ahora bien, mi pregunta siempre ha sido ¿cómo una niña entablillada puede resistir el dolor y las molestias mientras estudia? Me parece un mundo de locos de verdad. 

Es decir, que según su profesora un alumno debe asistir a clase sí o sí, con dolor o sin dolor… yo sinceramente lo veo surrealista, pero bueno se respeta las opiniones ajenas. Ahora bien, al poco tiempo nos enteramos que su tutora se tuvo que tomar una baja escolar forzosa hasta el siguiente curso, por motivos de un dolor en una pierna provocada por una ciática. 

Yo me quedé perpleja porque se dice que en la vida siempre el boomerang viene de vuelta. Así que por esta regla de tres yo pensaba que ésto también estaría establecido para los profesores, y que incluso entablillados deberían asistir a clase. Pero en fin, desde mi blog personal, de una mamá con una hija que ha sido su alumna estando afectada de Sudeck, le deseo una pronta recuperación, un cálido abrazo, y que se incorpore lo más rápido posible a su puesto de trabajo. 

Yo no podía dar crédito, era una madre indefensa y afectada por el sufrimiento que estaba soportando al ver a mi hija día y noche medicándose cada 2 ó 3 horas con ibuprofeno para paliar el dolor intenso y agudo. Además, no podía poner el pie en el suelo, le dolía muchísimo la rodilla, y padecía insomnio. Me asusté muchísimo y no sabía a donde recurrir. Mi otra hija asistía a clase de forma normal, y sus calificaciones escolares o notas eran normales, así que no entendía nada. 

La tensión en casa fue horrible, porque su padre y supongo que parte de su familia pensaba que mi niña era una cuentista al igual que su tutora de clase. Ahí es cuando se corrió por el pueblo la historia de que mi hija tenía cuento y no deseaba ir al colegio, incluso los niños se reían en clase delante de la tutora, a lo que ella también parece ser le seguía el chiste. 

Sabíamos todo lo que pasaba en el aula gracias a una amiguita de clase que se lo contaba todo a mi niña a través del Whatssap, así que los comentarios ya fueran de la profesora o de los alumnos llegaban a nosotros a diario. Cosa que en días posteriores, en una reunión privada, la misma tutora nos confirmó que era verdad. ¡No lo podía creer! Y usted no se ofenda por favor, que yo la respecto y aprecio muchísimo, aunque en mi humilde opinión, sinceramente ofreció un perfil poco profesional en su puesto de trabajo, y sobre todo en la enseñanza!

RISAS, CRÍTICAS Y CACHONDEO ¡CUENTISTA!

Tanto llegó a agrandarse la cosa, que los niños comenzaron casi a acosar a mi hija llamándola cuéntista en su teléfono móvil, en las redes sociales le hacían críticas, e incluso una alumna osada le envió un audio donde se escuchaba su voz diciéndole literalmente en una grabación “tienes mucho cuento”.

Por supuesto, apagué su móvil y no se encendió de nuevo hasta hace bien poco, que vimos muchos más mensajes relacionados a lo mismo. En vez de ayudarla emocionalmente, eso hacía que se hundiera por momentos. Aunque eso no paró a su madre, su hermanita y sus abuelos maternos (mis padres) que siempre estuvieron aquí a su lado desde sus inicios, porque ninguno de nosotros en ningún momento dudamos de que nuestra Scarlett estuviera simulando una mentira, y más cuando he visto las lágrimas de mi niña mil veces, mientras se revolcaba de dolor. 

Nota Improvisada: Hace escasos días, el día 31 de mayo, asistimos a una reunión al instituto, siendo todo una maravilla, así que desde este blog agradezco al Secretario y a la Orientadora que nos atendieron su amabilidad y colaboración. 

Sin embargo, justamente en el segunda planta donde acabábamos de despedirnos de la orientadora, estando mi hija Scarlett, mi otra pequeña Yaiza, y su padre, pasaron 2 niños de su clase que al verla comenzaron a reírse mientras la miraban fijamente señalando las piernas. Una experiencia de mal gusto que tuvimos que soportar, y que no me extraña que se diera, si incluso su profesora tutora no llegó a tener ningún tacto a la hora de comunicar esta enfermedad a sus compañeros de curso. 

En realidad, quise notificar esta conducta ante la dirección del centro educativo, pero el padre de mis niñas no quiso más problemas. Por ello, tan sólo he querido comentar este incidente para que veáis lo incomprendida que es esta enfermedad, y el daño que ha causado las malas críticas realizadas por parte de una persona que debería de haber sido más prudente en su trabajo.

¿POR QUÉ TUVE QUE ENVIARLA AL INSTITUTO ESE DÍA? SOY SU MADRE, Y MEJOR QUE YO NO HAY NADIE PARA SABER LO QUE LE CONVIENE A MI HIJA

Sin embargo, desde el instituto y bajo presión por parte de su tutora, se me obligó la asistencia inmediata de mi niña, y sin más remedio tuve que enviarla, ocurriendo una nueva desgracia. Yo esa misma mañana presentía que algo podría ocurrir, y a pesar que intenté prevenirlo de todas las maneras posibles, me fue imposible. De esta forma, pienso que ni los médicos, ni tan siquiera su tutora mostraron a mi parecer profesionalidad, compasión, consideración y menos aún empatía por mi pequeña. 
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Al asistir a clase, estando en los pasillos del instituto, acabó resbalando accidentalmente con sus muletas pegándose un fuerte porrazo en la rodilla afectada contra el suelo haciendo que el Sudeck apareciera con toda su fuerza, y ahí fue, aunque nadie me lo haya dicho, cuando pasó prácticamente a la Fase 2. 

Pero, os juro que esta vez lo sabía, yo veía a mi niña marchar hacia el colegio y algo dentro de mi intuía que su vuelta sería preocupante. Incluso, el día antes lo hablé con mis padres y marido sin que mi niña lo supiera, les dije que allí se podría hacer daño, y más en los pasillos porque los chiquillos en los cambios de clase van corriendo y mi hija podría tropezar, como así sucedió realmente. 

No predije que mi hija se cayera el 3 de noviembre, pero sí predije ese día, y la tuve que dejarla marchar ese viernes con todo el dolor de mi corazón porque temía que los asuntos sociales pegaran a mi puerta con la policía creando un escándalo en el pueblo. Dios sabe que no quiero líos, ni comentarios en este lugar, y más en un sitio donde todas las noticias vuelan, a más velocidad que enviar un correo electrónico, y no hablemos de como se suele exagerar. Soy una persona celosa de mi intimidad, y no me gusta que nadie entre en mi vida si no es de mi plena confianza. Lo siento, pero he aprendido a ser así, y desde hace algunos años me va estupendo, en serio. 

Yo no había dormido en toda la noche, pero tampoco iba a dormir, estaba pegada al teléfono o a las noticias. Y en un par de horas, como una visión real que no quería mirar, la vi entrar en la casa llorando desconsolada junto a mi marido con un dolor inmenso, y la pierna en color rojo fuerte con matices morados profundos. El pie estaba tan hinchado que hasta el zapatito no se lo podía sacar. Yo estaba asustada, aterrada, porque se había hecho realidad esa intuición que había tenido desde que hablé con su tutora, donde ella me amenazaba con traer a los asuntos sociales… y es que lo vi. ¡Sí, ya había visto lo que iba a pasar! aunque yo a mi niña no se lo dije, pero mi sexto sentido me avisó. 

La tumbé en el sofá y tenía claro que no iba a llevarla al colegio hasta que no se pusiera bien, incluso se me pasó por la cabeza llamar a los asuntos sociales para hablar yo personalmente con ellos, y poner en sus manos este caso. Y no lo hice para no causar más tensión en casa, así que mejor me dispuse a buscar otra solución, buscar a verdaderos profesionales que nos ayudaran a aclarar todo ésto. Y sinceramente, no los encontré hasta febrero del 2016, pero ésto lo contaré en el siguiente artículo. 

HOSPITAL MATERNO INFANTIL DE MÁLAGA (URGENCIAS)

Dispuestos a ello, nos trasladamos al Hospital Materno Infantil de Málaga, donde esperamos largas horas en urgencias. Mi niña sentada en una silla de ruedas, y a pesar de eso le daban golpes en la pierna afectada, ya que existían muchas personas agolpadas y desesperadas esperando allí. Era desesperante ver que para que entrara un paciente podía pasar perfectamente 20 ó 50 minutos, y éramos tantos a la espera que no había ni sitio para sentarse, y casi poco espacio para estar de pie. 

Las personas se enfadaban por coger un asiento, y no se tenían respeto ni consideración a la hora de sentarse. Si te levantabas unos escasos segundos para estirar la espalada venía alguien que te pegaba un culazo para quitarte el sitio. Incluso, a mi me llamó la atención una señora que me dijo cuando pude coger una silla “échate para allá que me siento en la silla contigo que tengo que cargar el móvil y tengo un enchufe aquí”, y yo con la boca abierta sin terciar palabra por la mala educación, le dejé un espacio, y allí nos sentamos las dos en una misma mini silla sin conocernos de nada. 

Miraba a mi alrededor, y veía como se pasaban las horas, y siempre las mismas personas como yo que nunca entraban a consulta. Veía niños con fiebre llorando esperando 2 horas. Y sí, yo estaba calculando la hora, y no podía dar crédito de lo que estaba viendo. Incluso mi niña con dolores fuertes, la pierna hinchada, morada y en rojo fuerte. No me quedaba otra que darle ibuprofeno cada 2 horas, y nadie hacia nada. Y digo yo, ¿para qué carajo pagamos impuestos? ¿para ésto? Menuda sociedad más inhumanizada… vergüenza me da. 

Después de darnos las 12 uvas y sus respectivas campanadas de navidad, nos dieron paso a una sala donde había un doctor traumatólogo, que por lo visto se encontraba muy cansando porque había salido de una operación y había que hablarle rápido. ¡Vaya, yo llevaba no sé cuantas horas esperando con una niña enferma y me estaba diciendo que cortara el rollo, que le contara ligerito y que nos largáramos! Eso sí, todo de forma elegantemente extravagante. 

Pues nada, la sentó en una camilla, y diagnóstico un simple esguince sin más. Yo intenté explicar, a lo que el doctor volvió a decir que se sentía cansado de la operación, y que solicitara una resonancia magnética. Le contesté con educación diciéndole que habíamos realizado un viaje muy largo, gastando unos 50 euros de gasolina y que al menos me firmaran un informe o papel para dar al instituto, donde se confirmara que mi niña descansara en casa unos días. Sinceramente, casi se acabó riendo en mi cara, y nos echó de allí. Sin más. Literalmente dijo ¡Vamos, como voy a darle una baja escolar, y menos por un esguince!

Imagínate el viaje de vuelta, triste, desolada, con los asuntos sociales en lo alto, y mi hija revolcándose de dolor en el coche. No sabía donde acudir, mi marido seguía diciendo que la niña tenía un esguince, que descansara unos días del nuevo porrazo y que al colegio. Bueno, yo estaba confusa y muy frustrada, no podía hacer nada como madre, sólo me quedaba prepararme a la llegada de los asuntos sociales, porque mi hija no volvía al instituto hasta que yo no lo viera oportuno, y estaba dispuesta a buscar soluciones. 

TRAUMÁTOLOGO INFANTIL EN MÁLAGA, ROTURA DE MENISCO GRAVE Y ÉDEMA ÓSEO

A los pocos días volvimos a llevarla a su pediatra de pago que nos recomendó visitar a un amigo suyo, traumatólogo infantil que sinceramente a pesar de que se equivocó en el diagnóstico, me parece una gran persona, atenta y buena gente, así que de este doctor no voy a realizar mucha mención. Él diagnóstico que mi Scarlett tenía una rotura de menisco grave y édema óseo, además había que operar. Sin embargo, sí que nos facilitó una baja escolar, gracias a Dios. Ahí es cuando comencé a respirar. La operación de pago sería carísima, y como no tendríamos todo ese dinero, pensamos volver al hospital costa del sol con ese nuevo informe y una resonancia magnética.

NAVIDAD DULCE NAVIDAD ¿?

El 31 de diciembre del 2015, no pudimos celebrar las uvas y la cena de navidad en familia porque mi hija desgraciadamente enfermó muchísimo de una intoxicación medicamentosa que no le permitía tomar ibuprofeno, retirado por el hospital costa del sol, así que sólo teníamos el protector de estómago y nolotil, hasta que su cuerpo comenzó a rechazarlo y vomitaba todo lo que comía, a excepción de las papillas infantiles. Así se alimentaba la pobre mía. Incluso, ha llegado a vomitar en color rosa, tal como podéis ver la fotografía más abajo. 

Se quedó muy delgadita, estaba muy enferma y ya no sólo por el Sudeck, si no porque la intoxicación casi no le permitía respirar bien por la nariz. Una de las fosas nasales estaba casi cerrada y lo poquito que respiraba era olor a lejía. Comenzaron unos grandes dolores en la frente y la cabeza, con un comienzo de sinusitis provocados por los medicamentos. Sinceramente ¡fue horrible! Crisis dolorosas cada 2 horas a causa del Sudeck, dolor constante en la nariz, cabeza y frente. 

Continuos vómitos, mareos y malestar general… así que sinceramente, ya no me importaba ni el colegio, ni coger el teléfono, ni atender a las visitas. Ahora sólo me importaba la salud de mis dos hijas. Cerré la puerta a todo, y me sincronicé con mi universo interior. Solicité ayuda a los Seres de Luz… y de hecho me escucharon, no os perdáis el siguiente artículo: Sudeck: de febrero a mayo 2015.


HOSPITAL COSTA DEL SOL DE MARBELLA

¡Horror! es la palabra para describir todas las entradas y salidas en este hospital dentro del área de urgencias, que fueran muchas por cierto. Incluso un ingreso en planta en una ocasión, siendo el trato excelente por parte del equipo médico y el resto de personal. Por ello, felicitaciones a la planta de pediatría en el Costa del Sol. ¡Lamentable, en urgencias!

Y para seguir definiendo el por qué fue lamentable el paso por este área sanitaria se podría definir otra palabra como es ¡insulto!, y sí, fuimos insultadas por médicos, enfermeras y hasta una celadora. ¡Cachondeo! Se cachondearon de nosotros como les dieron la gana… y así podría decir muchas más cosas… 

¡Vergüenza por tener médicos en urgencias que no están a la altura que requiere un hospital en Marbella

Eso sí, le doy un 10 a las enfermeras y médicos de la planta de pediatría, a una profesora que era un sol, un médico que le hizo una ecografía. 

Sin embargo, también existe la excepción dentro de la zona de urgencias, como el caso de una doctora en especial, jovencita de pelo lacio moreno que llamaba “Patri” a mi niña. Seguro que si ella lee ésto sabrá quién es. Además, una enfermera que pone la vía intravenosa, rubia de pelo corto muy amable con los niños, y un par de enfermeras… al resto les digo ¡Vergüenza! 

Y sin ánimo de insultar, al doctor Gabino con su prepotencia y despotismo a la hora de hablar. Ahora bien, si alguien se siente insultado de verdad que lo siento, pero mi deber es contarlo como madre afectada de una negligencia médica. Si deseáis conocer más información sobre más acontecimientos que ocurrieron en el Hospital Costa del Sol, haz click aquí. 

INSTITUTO DE MANILVA

Ya por fin, la cosa comenzó a calmarse desde el momento que pudimos hablar con su tutora y ya me comencé a ponerme en contacto con la secretaria del centro escolar. Mil gracias al secretario de este instituto que me merece todo el respeto, y a otra muchacha que me atendió alguna vez al teléfono, y qué de verdad que me perdone, pero no me acuerdo de su nombre. ¡Ah! tampoco se me olvida la conserje, que ha sido siempre correcta y amable a la hora de hablarme por vía telefónica. 

En realidad, sé que esta situación fue difícil para todos ellos, porque Scarlett faltaba constantemente a las clases, y no teníamos documentos suficientes para demostrar que mi hija padecía algo más que un simple esguince. Supongo que algo de tensión causó ésto en el instituto, así que hablando con el señor secretario me comentó la posibilidad de que mi niña pudiera asistir a clase.

Yo realmente no lo veía viable, pero acabé afirmando que asistiría. No quería más problemas, ya había discutido con tantas personas, que no me apetecía más complicaciones, estaba agotada, confusa y triste. Asimismo, me sentía arrinconada y asustada, lo confieso, todo el mundo parecía ponerse de acuerdo en lo mismo, porque ya fuera un esguince o un menisco roto, son problemas que no deberían afectar a la jornada escolar. 

Sin embargo, olvidé decir anteriormente que sí nos dieron un buen dato en el hospital Costa del Sol, y es que en esa caída en los pasillos del colegio, ahora aparecía un edema óseo de importancia. Así que según ellos, seguíamos con el esguince y un nuevo édema óseo. 

SÍNDROME DE DOLOR REGIONAL COMPLEJO “SUDECK”

Decidimos enviarla al colegio de nuevo, aunque ya aquí habían comenzado las crisis, aquellas que no nos han dejado respirar hasta hace unos 2 meses, que ha provocado que nuestro hogar se pusiera boca abajo, y que todo fuera una auténtica locura. Fue el comienzo del Sudeck rebelde, fase 2.

A las 7 de la mañana la tuve que ayudar a vestirse, y la pobre mía iba casi sin dormir, muy desmejorada de cara, y Dios sabe que me costó muchísimo ponerle unos pantalones mallas porque hacía mucho frío. La pobrecita mía lloraba desesperada gritando de dolor porque me decía que le dolía el roce de la piel de la rodilla, y yo sufriendo muchísimo porque además tenía el pie hinchado. No había manera de ponerle las botitas porque uno de lo pies era una bota ya de por sí. 

Mi marido la recogió para montarla en el coche, ella andaba cojeando como podía con ayuda de sus muletas, y nadie tenía consideración de ella, tan sólo yo que me sentía angustiada. Era mi hija, estaba malita y nadie lo veía, tan sólo mis padres en ese momento que vivían pegados al teléfono, incluso de madrugada, así que ellos han sido el soporte donde me he refugiado durante todo este tiempo, así que desde aquí les agradezco mucho su labor de padres y abuelos ¡mil gracias papá y mamá! 

Cuando se marcharon de camino al instituto yo me sentí triste y desolada. Allí estaba yo, sentada en el sofá sin dormir en toda la noche, sin poder comprender como la humanidad era tan mala con sus semejantes, y más aún cuando se trataba de una niña de tan sólo 13 años. 

Las preguntas y la angustia se me agolpaban en mi cabeza, sólo pensaba en: ¿nadie tiene consideración por mi niña? ¿qué me importa el colegio si estoy viendo a mi hija sufrir día tras día por un supuesto esguince? ¿Por qué ningún buen médico me daba una baja escolar para mi hija en condiciones, apoyados por la falsa idea de que mi Scarlett se lo estaba inventando todo? ¿Dónde está la humanidad y los corazones de las personas? 

Definitivamente, y como era de esperar, al poco apareció mi niña por la puerta de casa. Había asistido al instituto llorando y repleta de dolor, con el pie morado y rojo brillante, además de hinchado. Menos mal, que me la enviaron inmediatamente para casa. ¡Bendito sea Dios! Y a día de hoy no ha vuelto a asistir más a clase en este curso escolar, porque desde secretaria han sido excelentes en todo momento, aportando su grata ayuda y consideración… ¡Mil gracias! Y cierto es, que mejor será que vuelva en septiembre, y así pueda comenzar su nuevo año, y sin Sudeck.

Sin embargo, seguíamos sin encontrar apoyo sanitario. Los médicos en los hospitales que visitábamos no nos ofrecían soluciones, y cuando solicitábamos la baja escolar nos encontrábamos con la negativa, aunque sí lo hacían de boca para afuera, pero a la hora de la verdad nadie se arriesgaba a firmarla, tan sólo aquel doctor traumatólogo infantil, en Málaga. 

Sin embargo, la ayuda Divina estaba cerca, Dios y nuestras creencias estaban abriendo un camino luminoso, y nos traerían la buena nueva, la llegada de un doctor que nos abriría el camino de la esperanza. Él nos ayudaría a descifrar este gran misterio, y me refiero al señor doctor Carreras, traumatólogo en la Clínica Santa Ana, Algeciras, Cádiz. Y que conste, que para nosotros es una eminencia, y por dos veces, porque curó a mi madre de una enfermedad complicada de rodilla, y además ha sido el único que diagnóstico a tiempo el Sudeck de mi pequeña. Sobre todo ¡A LA PRIMERA!

UN RECUERDO DE SU MÉDICO PEDIATRA

Ahora recuerdo, una dura crítica que me realizó su médico pediatra donde me decía qué cómo era posible que una madre como yo, en pleno invierno llevaba a mi hija a la consulta en falda y sin leotardos o medias. ¡Póngale a su hija unos pantalones o algo que le abrigue, no ve usted que tiene la pierna un poco rojo morada del frío! – me dijo… Y yo le digo ahora por si lee ésto, porque él reconocerá sus palabras – mire usted doctor, mi hija no podía ponerse pantalones y usaba faldas porque tiene SUDECK

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COPYRIGHT ©  LIDIA M.Y.
Foto Por Cortesía: Lidia M.Y.

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